Congreso abre debate y frena prisas en reforma electoral
En pleno arranque de la semana y con el cierre del año a la vista, la Cámara de Diputados dejó claro que el Congreso no se apaga ni entra en pausa. Aunque formalmente inició el periodo de receso, el Poder Legislativo seguirá activo a través de la Comisión Permanente, un órgano que funciona como el “Congreso en guardia” mientras no hay sesiones ordinarias. Será la Cámara de Diputados la que presida esta etapa y, si todo avanza como se ha planteado, las sesiones se realizarán cada miércoles.
En pleno arranque de la semana y con el cierre del año a la vista, la Cámara de Diputados dejó claro que el Congreso no se apaga ni entra en pausa. Aunque formalmente inició el periodo de receso, el Poder Legislativo seguirá activo a través de la Comisión Permanente, un órgano que funciona como el “Congreso en guardia” mientras no hay sesiones ordinarias. Será la Cámara de Diputados la que presida esta etapa y, si todo avanza como se ha planteado, las sesiones se realizarán cada miércoles.
Desde San Lázaro se envió un mensaje político claro: el Congreso no es un adorno ni un trámite, es un espacio de debate y representación. La presidenta de la Cámara subrayó que intentar callar al Legislativo o evitar que se discutan los problemas del país sería darle la espalda a la ciudadanía. Por eso, garantizó que todos los grupos parlamentarios, sin importar su tamaño o ideología, tendrán voz para expresar posiciones y preocupaciones nacionales.
En el centro de la conversación apareció la reforma electoral, uno de los temas más sensibles y con mayor impacto en la vida democrática del país. Aunque en meses pasados se había dicho que la iniciativa presidencial llegaría hasta febrero, ahora se abre la posibilidad de que se presente entre enero y febrero. El mensaje desde la Cámara es que, llegue cuando llegue, no puede tratarse como un asunto de trámite rápido ni de “fast track”.
La postura es sencilla de explicar: las reglas del juego democrático no se cambian a las carreras. Una reforma electoral toca el valor del voto, la forma en que se gana o se pierde el poder y la confianza de la gente en las instituciones. Por eso, se insistió en que debe existir un proceso serio de parlamento abierto, donde sean escuchadas organizaciones civiles, académicos, expertos, autoridades electorales, partidos políticos y ciudadanos.
Escuchar, dijeron, no basta. Escuchar y no tomar en cuenta lo que se dice sería engañar a la gente. El parlamento abierto tiene sentido solo si las opiniones influyen en el dictamen final. De lo contrario, se convierte en una simulación que erosiona la confianza pública.
Desde esta visión, el mayor riesgo para México no es discutir, sino debilitar la democracia. Cuando las instituciones electorales se deterioran o se ignora el sentir ciudadano, los países entran en crisis políticas profundas. El llamado fue a aprender de experiencias internacionales y a evitar que en México se repitan historias donde el voto deja de ser respetado.
La reflexión también tocó un punto clave: ningún gobierno es eterno. Todos pasan. Justamente por eso, las reglas deben construirse con responsabilidad, pensando no en quién gobierna hoy, sino en la estabilidad democrática del mañana. Ganar una elección implica legitimidad; perderla implica reconocer el resultado y retirarse. Esa es la base mínima de cualquier democracia funcional.
Hacia adelante, se planteó que el verdadero debate electoral debería enfocarse en fortalecer instituciones, impedir la intervención del crimen organizado en los comicios, garantizar servidores públicos al servicio de la gente y asegurar que cada voto cuente y se respete. No se trata de acumular poder, sino de generar confianza.
El mensaje final desde la presidencia de la Cámara fue contundente: habrá debate, habrá deliberación y se defenderá la democracia. La reforma electoral no puede ser monocromática ni pensada desde una sola visión. Debe construirse con pluralidad, ética y pensando en el bien común, porque eso —y no otra cosa— es lo que la ciudadanía espera de sus representantes.
