La Cámara de Diputados cerró un periodo legislativo de esos que dejan ojeras, anécdotas y más de una preocupación sobre hacia dónde va el país. Y sí, aunque a veces la política parece un idioma marciano, lo que se discute ahí termina afectando la vida diaria: desde cómo se castiga la extorsión hasta quién cuenta tu voto en las elecciones.
La presidenta de la Cámara, Kenia López Rabadán, arrancó agradeciendo a los medios como si fuera el cierre de temporada de una serie. Y es que no exagera: 44 sesiones, casi 200 horas de debates, jaloneos, discursos eternos y madrugadas completas. En números fríos, el Congreso procesó más de mil iniciativas, recibió decenas de minutas del Senado y aprobó siete nuevas leyes, dos reformas constitucionales, una montaña de reformas a leyes vigentes y 55 decretos. Para estándares legislativos, eso es como correr un maratón con tacones.
Pero más allá de la productividad, lo que realmente marcó este periodo fue el choque de visiones. De un lado, Morena y aliados; del otro, la oposición. A veces parecían dos equipos jugando partidos distintos en la misma cancha. Pese al pleito constante, hubo una excepción que brilló: la nueva Ley contra la Extorsión, aprobada por todos. En un país donde este delito sigue creciendo y exprimiendo a millones, lograr un acuerdo así ya es decir mucho.
Uno de los temas que más ruido hizo fue la larga sesión de casi 25 horas. Ahí quedaron claras las dos rutas de país que chocan hoy: una que defiende las reformas profundas impulsadas por el gobierno y otra que pone el foco en cuidar las instituciones, especialmente las electorales.
Ese debate creció cuando se mencionó a María Corina Machado, la política venezolana vista por muchos como símbolo de resistencia democrática. Kenia la elogió sin rodeos, llamándola valiente y ejemplo para otras mujeres. Y aprovechó para lanzar una advertencia que retumbó en el salón: México debe aprender de lo que pasó en Venezuela. En otras palabras, “aguas con tocar demasiado las instituciones porque luego cuesta décadas recuperarlas”.
Y sí, esa idea encaja directo con el tema que se viene: la próxima reforma electoral que el Ejecutivo planea enviar en 2026. ¿Se vienen cambios al INE, al Tribunal Electoral, a los OPLES, a la representación proporcional? Todo indica que sí. Pero Kenia insiste en algo básico: hasta no ver, no opinar. Y aun así dejó claro su wish list: que la reforma fortalezca instituciones, no las achique; que el voto de cada ciudadano esté bien contado; y que se mantenga la pluralidad, porque este país no es de un solo color.
Cuando le preguntaron si eliminar plurinominales haría menos plural al Congreso, la diputada volvió al mismo punto: primero la iniciativa, luego el juicio. Pero también recordó algo que a veces se pierde entre gritos: en México, la elección fue prácticamente mitad y mitad. Y si la sociedad es diversa, el Congreso también debe serlo.
La prensa también cuestionó el tono bronco del Pleno, ese ambiente que a veces parece ring y no Parlamento. Kenia respondió con humor, recordando a su abuela del mercado, pero aceptó que se necesita “prestigiar la política” y elevar el nivel. También habló fuerte sobre violencia de género: sí, algunos diputados necesitan cursos, sí deberían capacitarse, y sí, la Cámara puede invitarlos a hacerlo aunque no obligarlos.
En resumen, el cierre legislativo dejó avances, tensiones y preguntas abiertas rumbo a la gran batalla del próximo año: la reforma electoral. Porque, como dijo la propia presidenta, si algo debe cuidarse en México es que el voto cuente, que las instituciones funcionen y que no repitamos tragedias ajenas.